Por Angela Acosta
Una de las alianzas que hacen parte del mapa de funcionamiento actual de Naciones Unidas es la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI). Conforman su mesa directiva de manera permanente la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, el Banco Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates .
Dos tercios de los miembros con derecho a voto de la Junta son partes interesadas clave de la oferta de vacunas y un tercio de sus miembros con derecho a voto son personas independientes (o no afiliadas) que son nombrados a título personal sobre la base de sus habilidades y redes de trabajo. Países de medios y bajos ingresos no hacen parte de ese foro de decisión.
En sus dos décadas de funcionamiento GAVI ha mantenido como principal misión la de ampliar significativamente el acceso a un sinnúmero de vacunas nuevas y subutilizadas que en ocasiones no coinciden con las prioridades particulares de cada país.
El modelo de GAVI involucra a los gobiernos para financiar la sostenibilidad financiera del programa de la Alianza. En un comienzo los países reciben un apoyo de GAVI para facilitar la adquisición y la introducción de las vacunas que ofrece GAVI en los programas de inmunización nacional, en esta etapa los gobiernos deben cofinanciar una pequeña parte del costo de la vacuna. Finalmente al pasar un umbral que determina el apoyo financiero de GAVI, los gobiernos entran en un período de transición de cinco años durante el cual aumentan rápidamente su contribución hasta asumir el costo completo de las vacunas adquiridas por esta vía.
Las principales controversias del esquema de funcionamiento de GAVI se pueden resumir en los siguientes asuntos: conflictos de interés de los miembros de foros decisorios, conformación desbalanceada de las estructuras directivas y decisivas, y participación de presupuestos públicos nacionales en la sostenibilidad financiera del programa.
Por casi cuatro décadas en América Latina han existido herramientas como el Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como mecanismo de cooperación solidaria mediante el cual se compran las vacunas, jeringas y suministros afines, en nombre de los Estados Miembros participantes. Más allá de esta y otras posibilidades para nuestros países, actualmente la OPS coopera con la Alianza GAVI en su actual plan estratégico de salud (2013-2020) “Visión 2020”, el cual continúa dando prioridad a la descentralización y avances en la cobertura de la inmunización.
Una reciente nota publicada el 4 de junio en la página de noticias de Naciones Unidas contiene una declaración del Secretario General, António Guterres, sobre una “vacuna del pueblo” contra el coronavirus que esté disponible para todos los habitantes del planeta. La misma fue difundida por video en el inicio de un evento internacional organizado por el Reino Unido a favor de la Alianza para las Vacunas (GAVI). Según la misma nota con la participación de más de 50 países y unos 35 jefes de Estado y de Gobierno, se busca recaudar $7,400 millones de dólares para que GAVI pueda continuar sus campañas de vacunación contra enfermedades como el sarampión, la poliomielitis o la fiebre tifoidea, interrumpidas por la pandemia, así como recaudar $2.000 millones de dólares para producir y distribuir una futura vacuna contra el coronavirus en los países más pobres.
“Al concluir su mensaje, António Guterres, recalcó la urgencia de que la alianza GAVI cuente con los fondos necesarios para mantener su trabajo y ayudar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”
Queda la pregunta sobre las motivaciones y justificaciones para enfocar las acciones globales de manera unidireccional hacia GAVI, siendo esta una de tantas posibilidades en el posible tratamiento futuro de la COVID-19. Escenarios como el Fondo Rotatorio descrito arriba para los países de América Latina o mecanismos de compras públicas y centralizadas, brindan la posibilidad de mayor participación a los países de ingreso medio y bajo en las decisiones relacionadas con los programas nacionales de inmunización.